lunes, 3 de agosto de 2009

Una llave para gobernarnos a todos.

"Esto es horrible", como decía una señora en la cola del banco esta mañana, que llegaba hasta la calle. Tres ventanillas y una cerrada en pleno centro de Madrid, a día 3, a las 11:30. Atendía una de esas cajeras-con-chicle y un señor que, a juzgar por la parsimonia y el aspecto, más bien parecía que sembrase patatas en Teverga y en sus ratos libres actualizase libretas. De todos modos me vino bien esperar esa media hora porque el aburrimiento me empujó a leer la letra pequeña del recibo. Así descubrí que lejos de tener que ir hoy a entregar la justificación de pago, he de ir a partir del 14 de agosto. Y eso estaba genial cuando aún no sabía lo que me contó el portero, porque así me daría tiempo a completar los quehaceres de esta mañana. La historia es la siguiente:

Estos días que estoy sola en el piso, cierro con llave por dentro durante la noche. Ayer, al abrir la puerta, la llave no salía. Desmontamos aquí la cerradura, quitando el embellecedor del lado externo y la manilla. Nada, la llave estaba atrancada. Llamé a un servicio 24h 365 d. Yo esperaba asustada al cerrajero. El clavo que me podría meter por ser domingo, por el desplazamiento en Madrid y por los extras con efectos especiales y de doblaje típicos de estos gremios me hacía temblar hasta revolverme la cena aún por ingerir.

Llegó un tío de 1'90 de planta, de alzado y de perfil. Yo esperaba un mañoso pequeño, más tipo joyero judío ortodoxo que boxeador ilegal. Eso es, era igual que el tipo enorme a quien Brad Pitt, en Snatch, mata de un puñetazo en la cara (qué gran película, y justo la echaron ayer). Pues esa mole fue quien vino en mi auxilio. En Madrid no hay Chapulín Colorado que valga.

Al menos venía uniformado, lo que me dio confianza: camiseta sin mangas de algodón, pantalones cortos y flojos, linterna en la boca y canalillo trasero. Y sudor, mucho sudor. Además, por teléfono adivinó el tipo de llave del que se trataba sin yo decirle Nada (!!!). Insisto, esperaba a un tío menudo pero con maña y conocedor de los intríngulis de la ciencia cerrajera, por lo que me sorprendió que este gigante sudoroso no fuese capaz de sacar la llave a lo bruto ni girándola con una llave inglesa a la máxima potencia sin control hasta pasado un buen rato y habiendo llamado a sus amigos Black & Decker (nunca imaginé que se utilizase un taladro para sacar una llave a no ser que directamente se hiciese un agujero en la puerta; hmmmm, igual tengo razón después de todo). Todavía va a ser obligatorio ser campeón de pesos pesados para un cerrajero.

Llegó un momento en que empecé a sufrir más por la puerta que por la cerradura. Después de varios "la hostia", "joder", "está jodida, jodida", "la madre que la parió" y tirar de los pantalones hacia arriba, consiguió extraer la llave... O lo que quedaba de ella. Y este cerrajero de Moria, que a poco quedó de rugirle a la puerta con todas sus fuerzas a la vez que pataleaba, con el fin de hacer vibrar la puerta lo suficiente para que la llave saliese sola (no lo intentó, pero podría apostar algo a que lo hubiese conseguido), me mostró la llave torcida, limada y con huellas de taladro. Con tono de cerrajero nervioso que pretende justificarte el dineral que le vas a tener que pagar sí o sí (cualquiera le dice que no...), coge y dice: "es que mira como está la llave".

Es que mira como está la llave. Esa frase retumbará en mi cerebro una buena temporada.

En su interior, su parte honesta pudo a la de cerrajero y siguió dándole a la cerradura hasta conseguir, al menos, abrirla con lo que quedó de llave. No podemos cerrar con llave, pero sí abrir desde fuera y desde dentro. Pero bueno, aún no estoy segura de si ésta es mi imaginación intenando justificar el clavel, no me hagáis mucho caso.

Al final resultó que mi copia de la llave es mala y se pasó de vueltas, lo que estropeó la cerradura. Nada, alrededor de 500€ de cerradura que habrá que pagar cuando se cambie. Y 139'20€ que el tío me cobró, cantidad sospechosamente inferior a la que vaticinó este Uruk-Hai del metal en términos de precio + iva., calculada por mi matemático particular con cabeza y con calculadora.

Si todavía tengo que pensar que tuve suerte. Igual debería haberle dado un poco de pan de Lembas para el camino a casa. El caso es que ahora sólo puedo abrir la puerta sin el emebellecedor puesto, porque si no la llave no entra bien.

Así que hoy, que pretendía empezar a estudiar, me levanté de bastante mal humor porque tenía que ir al banco y luego coger un bus a la facultad y volver y pedirle la copia de la llave al portero, para hacerme una nueva a mí "en ferreterías grandes, que tienen más máquinas". Al volver del banco resultó que está el portero habitual de vacaciones (con razón no lo encontrábamos ayer) y al chico que está por él en agosto no le dejó ninguna de las llaves del edificio. Nada, oye, si no puedo entrar en mi casa por lo que sea ya me quedo en mi felpudo alimentándome a base de polvo y escombros de las obras del piso de al lado.

Esa es otra. Creo que están haciendo un loft (o deshaciendo un piso, expresión a gusto el lector). Asomándome desde el balcón del salón, no se ve nada más que polvo y ausencia de paredes. ¿Ya aguanté la construcción de un dúplex en mi casa de Oviedo durante más de un año y ahora tengo que aguantar la de un loft en Madrid? Me paso yo el karma por mi ojo de Sauron. Dentro de poco empezaré a oír martillazos y taladros sin más por la calle y me protegeré de una bomba imaginaria agachándome en la esquina de un portal con el bolso por la cabeza, inclinándome hacia atrás y hacia adelante, con los dedos cruzados, sollozando por un mundo sin obras. Y será por obras en Madrid... Me doy un mes para salir en Callejeros o Vidas Anónimas.


Por cierto, queréis saber dónde está el San Pedro del edificio, lo queréis: en Asturias.


Pues eso, "esto es horrible". Y a 36º.