miércoles, 31 de diciembre de 2008

Hechizo de fin de año.



No pasa nada, tú tranqui,
decía mi amiga María,
las cosas siempre se arreglan
nada de "no hay tu tía".

Perdida, triste e insegura
y con frío emocional
me efrenté al mundo entero
con miedo, pero sin dudar.

Un cambio, deduje,
eso necesito
y a Madrid me mudé,
con lágrimas y besitos.

Confianza, paciencia
apoyo y amistad
me enviaban los que en Oviedo
había dejado al marchar.

Viejos tiempos veraniegos
de playa, de sol y de paz
germinaron en Madrid;
de todo me sentí capaz.

Esa flor de suerte
y esa suerte de flor
a día de hoy me arropa
como un gran cobertor.

Conciertos y viajes vinieron
Londres, Madrid y Vitoria
algunos realmente especiales
grabados quedan en mi memoria.

Uvas, tacones y bailes,
risas, champán y tatuajes
hoy por la noche, aseguro,
pasarémoslo como guajes.

Ojalá el año que viene
sea para todos un reto.
Pero uno de los buenos,
de los de crecer un buen trecho,
como personas, como adultos,
como gente de buen ver.
Que 12 meses a explotar,
sean 12 meses sin igual.

¡¡Próspero año nuevo!!
Pone mi bolsa de cotillón,
¡¡Os deseo un 2009,
para bien, sin parangón!!

jueves, 25 de diciembre de 2008

¡Supercalifragilisticoespialidosa Navidad!


*Foto: Carnaval de 1996.


Las canciones navideñas por excelencia, para mí, no son los villancicos, sino las que componen la banda sonora de la mejor película del mundo: Mary Poppins.

Cuando yo era pequeña, solían emitirla por la televisión una Navidad sí y otra también. Y la disfrutaba, disfruto y difrutaré siempre como la primera vez. Un año me la grabó mi Madrina en vídeo (¡VHS!) y al año siguiente se grabó encima accidentalmente...

¡Menudo disgusto! Ya no podía ver a esa fantástica niñera cantarina cuando me viniese en gana. Me inundaba una tristeza como la de Jane y Michael cuando Mary les anuncia, mientras mete su perchero, su lámpara y su paraguas en su bolso, que debe irse porque hay más niños que necesitan consuelo.

Es el día de hoy que pienso en aquel incidente y algo me pincha por dentro. Es lo que tienen las decepciones de la infancia, que se graban a fuego en la memoria y en los sentidos y siempre están listas para escocer. Son vividas con tal dramatismo y sinceridad en su momento que es inevitable que dejen cicatriz. A veces pienso que solamente es posible para un adulto sentir como un niño en los sueños, donde totalmente indefensos somos víctimas de sensaciones incontrolable e infinitamente intensas.

Ayer, instalando un antivirus (¿VHS? ¿Qué es eso?) en casa de mi Madrina precisamente, de repente reconocí un chorro de voz que llegaba a mis oídos a la misma velocidad que se abría camino en mi memoria como flor de loto entre el barro. Me lancé hacia el salón y... ¡Voilá! Mary Poppins recogiendo la habitación de Jane y Michael con un poco de azúcar. ¡Qué sensación tan dulce se apoderó de mí! Allí plantada delante del televisor en Nochebuena revivía la frustración que aún me acompaña de no saber chasquear los dedos. Claro que antes la decepción era mayor, porque chasquear los dedos iba imperativamente acompañado de levantar cosas del suelo y que se recogiesen solas automáticamente (¡el sueño de todo niño!), así que me sentía incapaz de hacer dos cosas.

Hubiera dado un pie por haberme visto la cara.

También estaban el jarabe que cambia de color, los cuadros de tiza, la silueta de Mary Poppins, los caballos de tiovivo por el barro, hollín, 2 peniques, cometas remendadas con papel de periódico, un bombín roto como una lata abierta... Todos allí reunidos a modo de felicitación navideña para mí, me he permitido pensar.

De noche, comentando mi Madrina y yo la emisión de esta joya del cine musical, le pregunté si se acordaba de aquella cinta de vídeo maldita. Y con una expresión de rabia y dolor amansados por el paso del tiempo y su característica y eterna sonrisa me dijo: claro que me acuerdo...

Entonces comprendí que aquel capítulo de mi vida nos aflige a las dos cada vez que esa señora con flor en el sombrero y bolso que desfía las leyes de la física asoma su cara de porcelana por el televisor. Es uno de los recuerdos de mi vida a los que más cariño tengo, porque por muchos años que pasen, sigue tan vivo en mí y en ella como lo estaba en aquel retaco rizoso y su Hada Madrina. Ahora, en vez de llorar, puedo reírme con ella a sabiendas de que también es una de sus mejores memorias.


Los que podéis, aprovechad estas fechas en las que os reunís con las constantes de vuestras vidas para sentiros a salvo del paso del tiempo. Por mucho que digan, como en casa no se está en ningún sitio.

miércoles, 24 de diciembre de 2008

Vino del s.XXI


Queremos que nuestro vino perdure y forme a su modo parte de unos momentos especiales en los que el mundo cambia y se adapta a una realidad diaria, a un grupo humano que se merece ser reconocido por las pruebas diarias a las que se enfrenta.

No se refieren a los percebeiros que se exponen al frío agresivo del Atlántico, sobre todo en esta época; tampoco hablan de los militares destinados en Afganistán ni los desactivadores de minas.

Mundo Gay es un homenaje a la comunidad homosexual, colectivo que, tras el impacto de las primeras confesiones, va entretejiéndose con los hilos de nuestra sociedad y mudándose la piel de título de infamia que en un principio se le acuñó. Este Ribera del Duero 2004 (cosecha calificada de excelente) fue presentado en Chueca la primavera pasada y su botellas alcanzan los 20€ en tienda. Sólo se puede obtener este as de copas por internet y en puntos de venta exclusivos que se pueden contar con los dedos de una mano de Mickey Mouse.

Respecto al nombre del vino, las bodegas en cuestión lo defienden así: Está claro que al igual que cualquier otro comercio nuestro objetivo es vender vino, pero podríamos haberlo vendido con cualquier otro nombre. Si hubiese sido, como tantos otros, el nombre de un rey (¿reina?), puede que no estuviese hablando de él ahora mismo.

A mi casa llegó en forma de paquete a nombre de mi padre, como quien recibe el número mensual de la revista a la que está suscrito. ¡Qué susto! Miré el calendario y todo por si era 28 ya.

Nosotros lo probaremos esta noche como complemento al cordero de Dios que quita el pecado del mundo que todos los años asa mi abuela materna (cada año uno diferente, se entiende).


¡¡¡Felices Fiestas a todos!!!

lunes, 22 de diciembre de 2008

Quien dice "mañana" dice "un día de estos"



He tardado más de lo previsto en actualizar de nuevo. Discúlpenme.

Decía, está en mi poder La melancólica muerte del chico ostra porque hube de colaborar en calidad de fotógrafa en la representación de la adaptación teatral de dicha historia y tenía que informarme un poco.
El grupo de teatro de mi facultad, No es culpa nuestra, la representó durante la semana pasada. Los 2€ más baratos de Madrid. Está orientada a niños, dicen, pero yo puntualizo que a los niños que todos llevamos dentro. Divertida, inteligente y con mucho curro detrás, evidente, para empezar, en el vestuario y el maquillaje. Me pareció una combustión perfecta entre la imaginación de Tim Burton y la realidad que a todos nos acoge. La chispa adecuada, como diría Bunbury.

Tras un par de días en familia por la capital, ya estoy en Casa. Hoy ya no tocó coliflor con bechamel. En su lugar, hubo canelones rellenos de carne precocinados, es decir, carne picada con bechamel de catering congelada. Qué ganas de comer en casa... ¡Ñam!

Y entre trivial navideño en el que casi todo vale, tés, Amigos y el escote recién tatuado de mi geóloga preferida me paso las horas. Así dicho, Rebe, parece que eres mi novia. ¿Y vale que yo era la mujer y tú el hombre? ¿Y que me regalabas rosas rojas y minerales y arena? ¿Y que yo te aclaraba que la geóloga eres tú y que tampoco soy un gato?

Un saludo a mi matemático preferido desde aquí, no se vaya a celar.

En resumidas cuentas, aquí me hallo estudiando un poco y cultivando el tiempo en compañía (¡la mejor manera de cultivar el tiempo!), esperando a que una voluta de humo de tabaco se transforme en un plan perfecto de Nochevieja.

¡¡A fumar como carreteros todos que yo ya tengo vestido y atrezzo!!

lunes, 15 de diciembre de 2008

En Navidad, Carboncilla, algo pequeño encontró...



Tengo un nuevo objetivo y no hablo de propósitos de año nuevo. Se trata de un zoom que fui a recoger hoy en metro a la Europa Oriental. No nevaba, pero hacía bastante frío y algo de aire, me comunica mi garganta. Tras haber librado una batalla contra el sueño anoche, hoy he amanecido sedienta de descanso, lo que no hizo más llevadera la travesía que narro. Habiendo dormido poco más de 5 horas y sin siesta, adentréme yo en el metro con nervios por mis Reyes adelantados...

Ya veis, en vez de atravesar ellos sobre sus camellos desiertos enteros hasta llegar a mi casa, ahora tengo que atravesar yo el mundo entero para coger los regalos de la albarda del camello. Y no me dieron ni galletas ni leche(s).

La albarda del camello en cuestión era un sótano en la 1ª planta (verídico), por aquéllo de seguir con el mundo al revés. Caminé un rato por la calle Alcalá (que es varias veces la calle Uría) en dirección contraria a la pertinente hasta darme cuenta de esto último. Viré sobre un pie y continué mi marcha en sentido contrario. Luego bajé 50238976582 metros y llegué a un portal decorado como tantos en esta época.

Desde aquí mando un saludo a mi vagancia por haberme hecho entrar en el ascensor para ir al 1º, porque de haber querido subir andando:

1. No sé si habría llegado a ese 1er piso con aspecto de -1 (esto me recuerda a cierto episodio en el Vicerrectorado de la Universidad de Oviedo); no vi escaleras una vez allí.

2. Si hubiese llegado, quizá no estaría aquí sentada en mi juicio, como si de una maleta a reventar se tratase, exprimiéndolo con mi peso pluma para contaros todo esto de la manera más clara posible. Quizá aún andaría perdida por un universo secreto al haberme caído a través de una grieta un poco gorda en una arquitectura obra de Escher.

Al abrir el ascensor vi gris por todas partes, en forma de cemento, de pintura de parking, de coche viejo, de taller, de polvo de ese típico de garaje que mancha una vez sí y otra también por lo siglos de los siglos... Así debía sentirse Jen (IT Crowd) cuando bajó por primera vez al IT Department. Era como si un tornado hubiese estado jugando al limbo con el piso cero de todos los edificios del mundo como nivel y del esfuerzo hubiese tropezado y caído de morros en el primer piso de aquel edificio. Todo aquello que se busca y se encuentra en los pisos negativos era lo que había allí. Un batido de sótanos. Un edificio al revés, por aquello de seguir con los papeles invertidos de mi historia.

Fisgué un poco y no encontré el local que buscaba. LLamé al ascensor de nuevo (y esta vez sí busqué escaleras) (mientras esperaba al ascensor, vale...), cuando apareció un guardia de seguridad. Le pregunté por un local de recogida de paquetes (¡Dios mío, yo diciéndole esto a un guardia en aquel sótano lúgubre, solitario y aislado, sin que nadie supiese que estaba allí!) de fotografía y me dijo: venga. Y fui, obediente cual Lázara. A partir de aquel momento, la conversación fue la siguiente:
Segurata: ¡Ah! ¿Ftbmmm?
Yo: ¿Cómo?
S: ¡¡Ftbmmm!!
Y: ¿Disculpe?
S: ¡¡Ftboommmmmm!!
Y: ¡Fotoboom! Sí, ¡eso! Disculpe, no le oía bien...

Cabe decir que es la conversación más interesante que he tenido con un representante de la seguridad. Es única. Nunca había sufrido interferencias a viva voz. Y me quedé con la intriga de si a estos guardias también se les llama gorilas...

Le seguí y llegamos ambos dos a un portón de hojalata con una puerta más pequeña incrustada en su fisionomía. De estos grises (como no) que, si los plisas, son puertas de garaje, y ,si los alisas y sueldas los dos extremos más alejados, serían un tambor de una lavadora.

Allí había un din A4 apaisado y pegado con poco entusiasmo en esa superficie arada de plata barata. No sabría decir si se escribió antes o después de haberlo pegado allí. En rotulador del tipo Edding se leía: Fotoboom. Y si no te gusta te piras, ¿oyisti?

Llamó el amable segurata al timbre y desde dentro se abrió la puerta. Ahí salió de escena el hombre de uniforme. Cambiaron las luces y ante mí apareció un señor que me contestó no te lo damos al comentarle yo a qué venía. No sé si esperaba que yo me echase a llorar y llamase a mi Mamá. Me contuve porque no tenía Kleenex, así que se tuvo que chinchar.

Me atendió propiamente dicho otro señor. Este segundo era un clon del guía ese tan jovial de Astérix y Obélix en Las doce pruebas, lo que también me recuerda al episodio del vicerrectorado de la Universidad de Oviedo.

Humor a raudales en el zulo.

Con una calma que amenazaba con sublimarse a ira en caso de interrupción, intercambiamos datos y dineros, me contó todo lo que yo ya sabía acerca de mi paquete, con perdón, y me fui.


Deshice lo andado por Europa del Este y arrivé a casa con un cansancio quepaqué.

Solamente hice una pequeña parada en una librería para hacerme con La melancólica muerte del chico ostra, de Tim Burton.

Mañana os contaré por qué...

jueves, 11 de diciembre de 2008

El Factory, ¿sabes?

Pues ahora resulta que me da por el insomnio. LLevo dos días durmiendo menos de 6 horas de noche. La semana pasada tocó dolor de espalda, esta toca no dormir. Si no son pitos son flautas. Como me decía mi padre durante mi efervescente adolescencia, eres como la ONCE, todos los días un numerito y el viernes el extraordinario. Sólo que hoy es jueves.

El caso es que esta tarde, después de haber dormido una hora de siesta habiéndolo intentado durante dos, quedé conmigo misma para ir al Factory, un centro comercial de outlets de varias marcas. Como todo centro comercial que se precie, no está en la ciudad. Yo fui al de San Sebastián de los Reyes, a una hora exacta en metro desde mi residencia. Tuve hasta que comprar una extensión de mi bono de metro, ¡me salía de los confines del mundo conocido!

A mí me habían dicho: cuando salgas del metro, mira para atrás y verás Factory en grande, no hay pérdida.

Yo salí del metro, me giré en sentido horario hasta enfocar el noroeste de mi posición inicial y vi Factory. Sí que es grande el cartel, tanto que pude leerlo como a 1km de distancia. Estaba más allá de la carretera de doble sentido, y más allá de donde esta carretera empezaba a ser delimitada por una acera; pues ahí no, tienes que seguir hasta una rotonda y más allá. Luego a la izquierda.

Pensando en jugosos descuentos, lo cerca que está Nochevieja por no decir Navidad y mi pobre cartera, me dije: mira, ya que estoy aquí...

Allá me lancé a recorrer dicha carretera longitudinalmente (¿qué os creíais?) sorteando bultos negros aparcados y montoncitos de posible arena negra, con mis botas verdes negras quedando blancas de la mierda que había y yo negra pero blanca del frío mientras un montón de bultos negros con 2 lunares delanteras blancas pasaban velozmente por mi derecha, todos ordenaditos en fila.

En mi papel de chica de la recta (de la curva en la rotonda), continué hasta Factory. Y llegué.

Dadme un par de frases para asimilarlo.
Y coger aire.

Sobra decir que allí no encontré nada, y cuando vi un bolso que en otro momento (más cerca de Madrid, a ser posible) quizá no hubiese llamado mi atención por 15€ en Benetton dije: venga, un chute de complementos. El chute se lo quería pagar la dependienta con mi tarjeta, explicándome que el precio que estaba en la estantería (en todas las estanterías había precios), no significa nada. Que estaba ahí sin más.

Sin bolso que me fui, mascando la idea de que igual al estar escrito el precio en rojo y ser el fondo de la pegatina blanco, pudiera tratarse de decoración navideña sin escrúpulos. Con dos cojones. Espíritu navideño, calor del hogar, villancicos, turrón y zambomba... ¡Eufemismos todos! Sobre todo la zambomba. Lo que mejor refleja la Navidad son los precios. Es más, no les voy a quitar la pegatina del precio a las figuritas del Belén. Ni a los regalos. Y las llamadas serán a cobro revertido.

Decidí volver a "casa" y atravesé la noche fría y... venga que lo sabéis...¡eso es!... negra, esta vez por una acera con la frecuencia de farolas a lo largo del camino necesaria para decir que eran las 19 horas, 50 minutos y 27 hercios, casi cantando en voz alta para imponerme al miedo a que me violasen o me atracasen o me hiciesen comer coliflor con bechamel en medio de aquella nada edificada.

En el viaje de vuelta, coincidí con dos ejemplares autóctonos con pelo en las botas (en la lengua un poco menos) a las que llegué a entender esto: na tía, yo iba conduciendo detrás, el tercer coche, porque como iba tan lenta, iba a 140, pues iba a mi bola, ¿sabes?. El caso es que cuando ya me había convencido de que no había vida inteligente en aquella zona del espacio y de que en el segundo coche iban dos chinas, se posó sobre su lengua una mota de inteligencia que solitaria describía un movimiento browniano por el ambiente de aquel vagón y dijo: en el segundo coche iba X, y en el tercero amigos suyos, que no había visto en mi vida, ¿sabes? Digamos que X intermediaba en los tres coches. Yo estaba atenta, esperando una segunda parte del enunciado, como ¿A qué hora salió el primer coche si en el segundo iban dos chinas? ¿Y si fuesen mongolas (de Mongolia)? Pero me dejaron en ascuas.

De hecho, estuve como 15 minutos sin pasar una página de mi libro, pero no se debieron percatar entre tanta falta a la academia que, comentaban, habían protagonizado estas intrépidas amazonas de las afueras de Madrid, ¿sabes?

Y poco más, conseguí concentrarme en la lectura, cambiar de metro y procurar no hacerlo a la vez, así que llegué sana y salva a mi guarida durante el curso.

¿Imagináis qué había para cenar? Venga, esta también la sabéis... Coliflor con bechamel.

lunes, 8 de diciembre de 2008

Sweet Sweet Sweet December


Ayer, a las 15:42, miré por la ventana y ahí estaba Él. Siempre tan apuesto y dispuesto. Pidiéndome por teléfono que le abriese porque a mí, de la sorpresa, se me pasó por completo y toda mi atención se centraba en conseguir someter a mi sonrisa para poder articular palabra.

Ayer despertó y decidió conducir durante 4 horas para que mi tarde de domingo invernal no fuese tan fría. Y quedó una tarde tan cálida y dulce que cualquier polvorón de mi bandeja de Navidad nos hubiese sabido a helado de sal.

Eso explica por qué llovía ayer y hoy de esa manera en Madrid desde que Él llegó hasta que se fue. Todo el sol lo tenía yo...

Durante dos días dejé de notar el peso de los 500km que nos separan a diario. Dejé de oír el eco de mi nostalgia al rebotar contra estas cuatro paredes y me sentí más acompañada que nunca. Me vi intrusa en esa realidad exquisita e insana tangible sólo para los poetas y los suicidas.

Así es como un fin de semana cualquiera se convirtió en uno de esos recuerdos que te auxilian en los peores momentos, aquéllos a los que se acude con desesperación cuando se tiene la sospecha de haber sido feliz y el mundo lo pone en duda. Aquéllos capaces de dejar una cálida sonrisa en el más frío de los cuerpos inertes.


Tengo conmigo a un genio de esas ocho letras...

sábado, 6 de diciembre de 2008

De profundis

Otro viernes más de fiesta salvaje. Esta vez me tomé una cerveza con los de IT Crowd (s01e01-02) y Christophe, el alemán del culo, con perdón. Recordando viejos tiempos yo y viviendo nuevos Christophe. Qué gente tan maja estos del departamento de informática, oye. No veo el día de llegar al vibrador de móvil o al anuncio antipiratería otra vez.

La monotonía que me abriga los fines de semana (muy mal, por cierto, porque ya enfermé dos veces), paradójicamente, sigue en activo. He de recurrir a historias que aviven mis sentidos y mi imaginación. Endorfinas en la mente, como dirían los de Chambao.
Este fin de semana investigo acerca del amor secreto de Oscar Wilde y la razón que lo encerró en la prisión de Reading.
Que la razón te encierre en una prisión... Es indignante y, además, uno de los patrones de castigo del individuo por incomprensión o impertinencia política y/o cultural y/o religiosa más repetido de la historia, cada uno a su manera y en su época. Y los casos actuales que no conoceremos por estar sellados con el lacre de los secretos de estado... Ojos que no ven, corazón que no siente...

Yo a eso siempre respondo que la realidad supera la ficción. No hay más que pronunciar el apellido científico de la raza humana varias veces seguidas para darse cuenta de lo intrínseca que es la razón en nosotros. Sí, nos distingue de los demás animales, pero esa no es su única función. Para ese cometido valdrían dientes de cerámica o pies de madera. La racionalidad nos convierte en capaces de llegar a un acuerdo al margen del poder y de la fuerza física. Y sin embargo siguen leyéndose titulares en la prensa que producen escalofríos.

Como diría Douglas Adams, "Era, como suele decirse, muy humano. En otras palabras, era un organismo basado en el carbono, bípedo y descendiente del mono".

De nosotros depende modificar esa definición. De todos, no sólo de los que no tienen qué perder.

Mientras escribo esto, me llega un solo de trompeta solemne y melancólico, un himno al pasado, del cuarto de un alemán... Amén.

martes, 2 de diciembre de 2008

N de nieve y T de Navidad



Primer día de diciembre, primeros copos. En unos 10 minutos se cubrieron plantas y techo de coches, pero ya no queda nada. Tiempo al tiempo, nunca mejor aprovechadas las acepciones.

Por extensión, yo estoy mala. Si hasta hace poco me duchaba de noche porque por la mañana cuando me levanto no arrancó la calefacción aún, ahora me ducho de noche porque por la mañana puede que ni corra el agua por las tuberías del PUTO FRÍO QUE HACE. Resultado: gargantitis, como siempre. Así que hoy ya no fui a clase, a pesar de haber hecho el esfuerzo de madrugar y morirme de frío y desayunar, en ese orden.

Eso sí, el ordenador, la impresora y el microondas deberían funcionar mejor que nunca, por aquello de las máquinas y el frío. Es más, ayer a la impresora se le hacían los cartuchos tinta china. Se encendía y se apagaba sola. Es su primer invierno, pobre.

Y, por cierto, descubrí la manera de estudiar en Navidad sin sentirme aislada del espíritu de las fiestas: acompañar el proceso con Té de Navidad (fondo de la foto). Lleva: té negro, canela, almendra, vainilla, naranja, jengibre (gingerbread man!!!) y aromas naturales. 230gr me agencié ayer. Huele tan bien que apetece echarlo en un bol y dejarlo como uno de esos ambientadores. Hmmmm, a lo mejor se pueden hacer infusiones de esos ambientadores. Queda pendiente de probar.


Pues días de cuento con príncipe y principesa, un terrorífico monstruo magnético con su inimitable líder llamado Wyndorf*, y un atrevido Naked Man de How I Met Your Mother a modo de cagón de Belén televisivo.

Fin de semana que termina con los primeros copos :). Continuidad, lectores, continuidad. Predicando con el ejemplo de lo que carece este blog.


*Pronúnciese en plural.