domingo, 8 de febrero de 2009

Fiebre de febrero noche.

Lo peor que te puede pasar cuando haces un examen a las 9 de la mañana del sábado siguiente al viernes "fin de exámenes" para muchos universitarios, es, además de suspenderlo, que esa noche de viernes pretendas acostarte temprano. No podrás. Sobre todo si el insomnio inducido se debe a una alarma de andamio que has oído por primera vez a las 21h en una habitación ajena, con la ilusión de que en la tuya, pocas abscisas antes que ésta, no se oiga.

Desconocedora de este tipo de alarmas, como siempre hacemos cuando desconocemos algo, en mi mente intentaba dar con la descripción exacta de este chivato sónico asemejándolo a un tiempo a varios sonidos conocidos. Más que nada porque si me cansaba de intentar dormir a pesar de los universitarios borrachos y gritones que iban tirando contenedores por la calle a la vera de la cual está mi cama, de alguna manera tendría que comunicarme con la autoridad correspondiente. Fueron varias las conversaciones que imaginé, todas ellas provistas de una introducción digna de quien nunca ha llamado al 112, sí ha preguntado varias veces a gente que tampoco ha llamado nunca, y aún no ha recibido una aclaración merecedora de dicho nombre. Tendré que romperme una pierna por la calle para descubrir qué se cuece.

- 112 dígame
- Sí, verá estoy en Madrid y hay una alarma en mi calle que lleva sonando horas y nadie la apaga.
- ¿Se trata de la alarma de un vehículo o de un establecimiento?
- Pues yo diría que de un semáforo de paso de peatones en verde con la potencia de una alarma de establecimiento o incluso de sirena de barco (las de mar son silenciosas mientras no las lleves al departamento de electrodomésticos de unos grandes almacenes en Nueva York e insistas en que pronuncie su nombre en su idioma nativo). Acelerada. Un remix. Green light ft. Boat.

Ahí imaginé que ya me habrían colgado.

- Emergencias, dígame
- Emmm estoy en la calle X. Hace horas que suena una alarma a una frecuencia de 3'3kHz y de bastante amplitud. Nadie parece interesado en desactivarla. Es relamente molesta y lleva siéndolo desde última hora de la tarde.
- ¿En qué provincia se encuentra?
- En Madrid. Madrid ciudad. Chamberí.
- De acuerdo. Haremos un filtrado pasa banda del muestreo de las ondas electromagnéticas recibidas en la extensión ubicada en la zona afectada; compararemos la digitilazación de la señal con las de aquéllas habitualmente emitidas en la zona; localizado el emisor de la señal, haremos un rastreo a través de la IP que asocia el punto geográfico de dicha fuente a la empresa responsable y avisaremos del problema.
- Bien, bien, siga circulando.

De haber sabido que se trataba de un andamio, hubiese salido a la calle y escalado por él con un machete en la boca e indispensable pañuelo-axel-rose o pañuelo-moda-punk-rocker-bershka-stradivarius-otoño-invierno-2008 en la cabeza, destrozado la señal (¿activado una segunda por daños?) y vuelto a mi cama en el tiempo en que la persona del 112 me explicaba el procedimiento a seguir.

Miento. Este invierno se estilan pañuelos palestinos fucsia, no pañuelos punkabilly. Estos últimos son demasiado underground para Bershka y Stradivarius. Igual los tienen en Pull & Bear junto a las camisetas de The Clash mientras suena música macarra-asusta-madres. Aaaaay Pull&Bear, incluso su nombre incita al pogo.

En la tercera y última conversación, habiendo dudado en las dos anteriores de si saben en qué provincia me hallo y de la información de la que disponen a la hora de identificar el problema a estudiar, me he ido por líneas generales (y paralelas):

- 112
- Hola. Estoy en España. (¡Pero no te digo dónde!)
- ¿Cuál es el problema?
- Hay algo en el ambiente que no me deja dormir. (Mi marido ronca. Y mucho.)
- ¿Disculpe?
- Sí, hay una perturbación de la noche que me impide conciliar el sueño. (Quédese conmigo y cójame de la mano mientras me duermo...)
- ¿Está el problema en su casa o en la calle?
- En ambos sitios. (En el metro también ronca.)
- ¿Se encuentra usted bien?
- Me duelen los oídos y la cabeza, pero gracias por preguntar. (¿Cómo dice? Hábleme un poco más alto.)
- Le enviaremos una ambulancia.
- ¡No! No necesito una ambulancia. (Necesito una grúa. Y un plan de pensiones, un seguro médico decente y un marido que contribuya a pagar la hipoteca.)
- ¿Está alguien intentando entrar en su casa?
- No diría alguien ni intentando. (Siga adivinando, yo sólo responderé sí o no)
- ¿Es una persona?
- No. (Sí....y no.)
- ¿Son varias?
- Tampoco. (Suena como una manada de leones hambrientos cerca de leonas en celo.)
- ¿Podría ser mas específica por favor?
- Es un sonido. (...que atenta contra las leyes físicas y matemáticas y mi oído izquierdo; un día me dejará inválida.)
- ¿De dónde procede el sonido?
- De la calle. Es muy molesto. (Es calvo, gordo y lleva gafas. Cómo han pasado los años...)
- Está bien, enviaremos un coche patrulla a la zona.
- ¿Dónde se encuentra?
- Estoy en la cama... (En el lado derecho, aunque casi podría decir en la arista superior derecha del colchón. Maldito montón de grasa egoísta y desconsiderado.)
- Dígame la ciudad y la calle, por favor.
- Madrid, X. 5º A.
- Gracias.
- A usted. (No hace falta que me lo devuelvan.)


Al final me cambié de habitación. E intenté dormir desde las 00h hasta las 07h. Fue imposible porque un fiestero-fin-de-exámenes de la residencia llegó a las 3 (estos fiesteros de Madrid...) y me despertó. Y luego yo desperté otra vez a las 5. Y así llegué con mirada tierna de sueño al examen, que no salió del todo mal, la verdad.

Otra noche bajamos tres a El Corte Inglés a por un paquete de tranchetes que se pagó con tarjeta. Uno de nosotros iba en zapatillas. No diré quién.



Y ahora a comer.

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