jueves, 7 de mayo de 2009

Homo Sapiens Sapiens A

Abril llegó a su fin y con él el curso de interpretación. Siempre me llamó la atención esto del "papeleo", así que entre las ganas que tenía de adentrarme en este mundo, los compañeros y las genialidades de nuestra profe, Athenea Mata, me llevo uno de los mejores recuerdos hasta ahora de Madrid.

Éramos un grupo de lo más heterogéneo. Había gente muy especial; desde dentro hacia fuera. Considero que tuve el privilegio de seguir una visita guiada por ese interior y en tan poco tiempo que son dos meses. Ver esas cabecillas pensantes en plena acción durante los ejercicios de técnica que hubimos de hacer no tiene precio. Las mentes se muestran ante ti como un mecanismo de reloj. Debió ser de lo que más absorbí. Ojalá que con el tiempo, como siempre pasa en estos casos, el grupo no se disperse, pero si es inevitable, me quedaré tranquila sabiendo que aún hay gente increíble en este mundo de locos.

No sólo nos lo pasamos de puta madre día sí y día también, también aprendimos, o al menos yo, una infinidad de cosas, empezando por cómo soy. He de confesar que hubo ocasiones en las que me sorprendí a mí misma, y no actuando, en general. Reacciones y sensaciones nuevas para mí. Unas agradables y otras no tanto, pero todas ellas revelaron algo de mí que no conocía, así que bienvenidas fueron.

Si he de destacar algo que aprendí durante el curso, diré que ni en el mundo del teatro, del cine, de la interpretación en general, donde has de correr velos de 500 den entre tus circunstancias y aquéllas que has de defender como propias ante un público, están a salvo de exposición nuestros sentimientos. En todos los actores, reconoces un gesto, una mirada, una pausa al hablar que delata la naturaleza humana debajo del maquillaje y del vestuario. Por ejemplo, he visto miradas en este curso, camufladas bajo personajes variopintos, que me han permitido leer a las personas, a los actores, como libros abiertos durante su actuación al margen del papel representado. No hace falta apuntarse a un curso de interpretación para eso, diréis. Pero es precisamente ese matiz de "mentira" el que resalta el contraste entre interpretación y realidad.

Lo que quiero decir es que sabiendo que esos detalles de las personas que parece que quieren decirnos algo son capaces de atravesar la niebla de la interpretación, los pequeños brillos en los ojos o labios mordidos o tos sorprendentemente repentina o miradas perdidas durante fracciones de segundo dejan de ser simples gestos curiosos. Todos tienen un por qué. Prestadles más atención (en secreto, si queréis), os sorprenderá el resultado.

Por muy diferentes que nos queramos creer unos de otros, todos seguimos unos patrones de comportamiento inconfundibles. No me refiero a que ante un mismo problema todos huyamos o todos lo afrontemos, sino a que quien huye, describe esa serie de pasos que nos hacen reconocer una huída; lo mismo ocurre con quien la afronta.

Introspección, queridos, introspección. Deberíamos desarrollar más esa suerte del pensar. La mayoría de las veces nos perdemos en los demás sin tener claro qué puerto reconocemos como el nuestro. Cuántas veces habré (¿habréis?) empezado a defender una opinión, o simplemente a exponerla, y cuando termino ya no es exactamente la misma que empecé a explicar. Y lo peor de todo es que no sé en qué lugar del camino me desvié del concepto incial. Por eso me da un poco de miedo aconsejar a la gente cuando yo misma no sabría muy bien qué hacer ante la situación planteada. Es como si juntásemos a los obreros de la Torre de Babel y los pusieramos a jugar a Marco-Polo.

Yo no soy muy de pedir consejo, pero hace tiempo que no recibo alguno de estos gratuitos que nos permitimos tan a menudo (fea, fea, fea costumbre la de dar un consejo inseguro a una persona insegura; aunque me parece peor aún que la persona insegura pida consejo antes de pensar por sí misma, delata una mente vaga y débil, lo que se traduce en persona vaga y débil; ¡el poder está en la mente!) que realmente me haga cambiar de idea. La solución suele estar en nosotros mismos, por eso insisto en que deberíamos dedicarnos más tiempo para poder reconocer esas pistas del subconsciente que señalan la verdad de la que nos escondemos, el deber del que nos escaqueamos, la responsabilidad que no queremos asumir, la vocación que no queremos reconocer... Siempre se dispara una alarma al acercarnos al verdadero problema. Desde una sonrisa traviesa hasta una lágrima que no sabéis de dónde viene. Pues dejadme que os diga, viene de la solución.


Después de estos alardes de gurú del psyque, voy a digerir la noticia que dice que Nine Inch Nails, liderados por un verdadero gurú, Trent Reznor, tocarán en la sala La Riviera el 30 de julio. Si consigo ir al concierto, podré morir tranquila. Cruzo los dedos.

No hay comentarios: