sábado, 10 de abril de 2010

Nueva York II: I wanna know, have you ever seen the world?

¡Qué noche tan mala pasamos! El día anterior había sido el más largo de nuestras vidas (¡30 horas de reloj!) y estábamos tan cansados que costaba trabajo dormir. Además, durante toda la noche y gran parte del día siguiente, cayó una lluvia torrencial que interrumpía el silencio constantemente. No había rayos y truenos, lo que me llamó la atención.

Tampoco había maletas. Ducha y a enfundarse en ropa sudada del día anterior que, para nuestra sorpresa, no olía tan mal. Ahí caí en la cuenta. ¿Recordáis el sprint hacia la última puerta de la T4? Pues no fue para nada. Fue para que a la mañana siguiente, a falta de maletas, reconociésemos nuestro olor y no nos desorientásemos completamente. Seguro que existe alguna explicación antropológica-biológica-tal... ¿Teoría del caos?

Nos tuvieron que dejar unas catiuscas, catiuscas, catiuscas, cas, cas (que en gloria esté El informal) y el paraguas más feo del mundo. True story.

Yo sigo preguntándome en qué esquina hizimos mal el giro de modo que, en lugar de atravesar visillos de lluvia, entramos en otro mundo: el de los judíos ortodoxos. Ellas, con pelo liso y media melena (todas, todas), vestido negro, zapatos negros, abrigo negro... Me seguís, ¿no? Los hombres casados, con una especie de roscón de Reyes forrado de pelo, llamado Shtraimel, a modo de sombrero. Me he informado y este sombrero se usa en Shabat, de sábado. Quizá allí son más ortodoxos o más modernos que en ningún gueto judío ortodoxo, porque lo llevaban todos los días. Los niños (no existe término medio entre niño y casado o niña y casada) no llevaban Shtraimel, claro,  pero sí iban con sus tirabuzones y sus yarmulkes (las boinas judías) .

Los niños, de negro, desde pequeñitos. Sólo las niñas más pequeñas usaban algo de rosa antes de... ¿de qué?

Por supuesto, como todo grupo religioso ortodoxo, hijos a montones. Llegamos a ver una familia con ocho pequeñuelos que no se llevarían más de un año entre ellos y otra familia con trillizas, gemelas y una niña.

En fin, de manera más o menos injusta, todos tenemos limitaciones. Y como un buen robado vale más que mil palabras:


Ese martes lluvioso dejamos que los techos de la zona determinasen la ruta a seguir: Herald Sqaure, 34 st., St Patrick's, Madison Square Garden... Y un Macy's, ofcors. La decoración era una fiesta de primavera. Auténticos ramos de flores de plástico por aquí y por allá, en estanterías y los altos de los pisos. Mi conclusión fue que un Macy's es El Corte Inglés con más turistas, menos pijerío y un poco más de creatividad, que no está mal. Por lo demás, ni los precios son bajos ni l@s emplad@s saben realmente acerca de los productos de su sección.

Para comer, nos refugiamos en un irlandés: Connolly's. Aspecto de pub clásico inglés, bastante amplio con un segundo piso, al menos, que yo intuyese. Hamburguesas y sandwiches riquísimos y un trato excepcional, a pesar de nuestro sutil aroma a viaje transatlántico, enseres ausentes y ansia de segunda piel inmaculada. Resumiendo, estábamos hechos un poema. Aquí tomamos la cerveza del día: Rolling Rock, classic American lager.

Aunque he de decir que, con el cuento de dejar el 10% de propina, nos trataron de manera óptima en todos y cada uno de los sitios a los que fuimos. 

Seguían cayendo calderos y calderos de agua, el cansancio vencía y estábamos pendientes de que nos llevasen las maletas a nuestra casa neoyorquina, así que recogimos.

Leyendo la obra de Arthur Miller, A View From The Bridge, que veríamos el miércoles en Broadway, y con el portátil, pasamos el resto de la tarde, que no era mucha, esperando las maletas... Que no llegaron nunca.

2 comentarios:

Tiny dancer dijo...

No sé por qué no me había percatado de este blog antes. Ahora que lo he visto en el facebook puedo leer vuestras aventuras y desventuras neoyorkinas y morirme de envidia y de recuerdos.

La lluvia... Ah, la lluvia neoyorkina, tan intensa y tan fugaz, jejejeje.

Te agrego a favoritos, y te seguiré la pista, tanto neoyorkina como la de creación literaria.

Un beso,

Sara

Bárbara dijo...

Hola!

No sabía yo que tenías blog(s) tú también, aunque tampoco es de extrañar :).

Pues invitada estas a empaparte cuanto puedas de memorias torrenciales.

Camuflaré mis alas y a ver si cuela a la entrada de tu blog.

Un besín.