jueves, 11 de diciembre de 2008

El Factory, ¿sabes?

Pues ahora resulta que me da por el insomnio. LLevo dos días durmiendo menos de 6 horas de noche. La semana pasada tocó dolor de espalda, esta toca no dormir. Si no son pitos son flautas. Como me decía mi padre durante mi efervescente adolescencia, eres como la ONCE, todos los días un numerito y el viernes el extraordinario. Sólo que hoy es jueves.

El caso es que esta tarde, después de haber dormido una hora de siesta habiéndolo intentado durante dos, quedé conmigo misma para ir al Factory, un centro comercial de outlets de varias marcas. Como todo centro comercial que se precie, no está en la ciudad. Yo fui al de San Sebastián de los Reyes, a una hora exacta en metro desde mi residencia. Tuve hasta que comprar una extensión de mi bono de metro, ¡me salía de los confines del mundo conocido!

A mí me habían dicho: cuando salgas del metro, mira para atrás y verás Factory en grande, no hay pérdida.

Yo salí del metro, me giré en sentido horario hasta enfocar el noroeste de mi posición inicial y vi Factory. Sí que es grande el cartel, tanto que pude leerlo como a 1km de distancia. Estaba más allá de la carretera de doble sentido, y más allá de donde esta carretera empezaba a ser delimitada por una acera; pues ahí no, tienes que seguir hasta una rotonda y más allá. Luego a la izquierda.

Pensando en jugosos descuentos, lo cerca que está Nochevieja por no decir Navidad y mi pobre cartera, me dije: mira, ya que estoy aquí...

Allá me lancé a recorrer dicha carretera longitudinalmente (¿qué os creíais?) sorteando bultos negros aparcados y montoncitos de posible arena negra, con mis botas verdes negras quedando blancas de la mierda que había y yo negra pero blanca del frío mientras un montón de bultos negros con 2 lunares delanteras blancas pasaban velozmente por mi derecha, todos ordenaditos en fila.

En mi papel de chica de la recta (de la curva en la rotonda), continué hasta Factory. Y llegué.

Dadme un par de frases para asimilarlo.
Y coger aire.

Sobra decir que allí no encontré nada, y cuando vi un bolso que en otro momento (más cerca de Madrid, a ser posible) quizá no hubiese llamado mi atención por 15€ en Benetton dije: venga, un chute de complementos. El chute se lo quería pagar la dependienta con mi tarjeta, explicándome que el precio que estaba en la estantería (en todas las estanterías había precios), no significa nada. Que estaba ahí sin más.

Sin bolso que me fui, mascando la idea de que igual al estar escrito el precio en rojo y ser el fondo de la pegatina blanco, pudiera tratarse de decoración navideña sin escrúpulos. Con dos cojones. Espíritu navideño, calor del hogar, villancicos, turrón y zambomba... ¡Eufemismos todos! Sobre todo la zambomba. Lo que mejor refleja la Navidad son los precios. Es más, no les voy a quitar la pegatina del precio a las figuritas del Belén. Ni a los regalos. Y las llamadas serán a cobro revertido.

Decidí volver a "casa" y atravesé la noche fría y... venga que lo sabéis...¡eso es!... negra, esta vez por una acera con la frecuencia de farolas a lo largo del camino necesaria para decir que eran las 19 horas, 50 minutos y 27 hercios, casi cantando en voz alta para imponerme al miedo a que me violasen o me atracasen o me hiciesen comer coliflor con bechamel en medio de aquella nada edificada.

En el viaje de vuelta, coincidí con dos ejemplares autóctonos con pelo en las botas (en la lengua un poco menos) a las que llegué a entender esto: na tía, yo iba conduciendo detrás, el tercer coche, porque como iba tan lenta, iba a 140, pues iba a mi bola, ¿sabes?. El caso es que cuando ya me había convencido de que no había vida inteligente en aquella zona del espacio y de que en el segundo coche iban dos chinas, se posó sobre su lengua una mota de inteligencia que solitaria describía un movimiento browniano por el ambiente de aquel vagón y dijo: en el segundo coche iba X, y en el tercero amigos suyos, que no había visto en mi vida, ¿sabes? Digamos que X intermediaba en los tres coches. Yo estaba atenta, esperando una segunda parte del enunciado, como ¿A qué hora salió el primer coche si en el segundo iban dos chinas? ¿Y si fuesen mongolas (de Mongolia)? Pero me dejaron en ascuas.

De hecho, estuve como 15 minutos sin pasar una página de mi libro, pero no se debieron percatar entre tanta falta a la academia que, comentaban, habían protagonizado estas intrépidas amazonas de las afueras de Madrid, ¿sabes?

Y poco más, conseguí concentrarme en la lectura, cambiar de metro y procurar no hacerlo a la vez, así que llegué sana y salva a mi guarida durante el curso.

¿Imagináis qué había para cenar? Venga, esta también la sabéis... Coliflor con bechamel.

2 comentarios:

Pelayo dijo...

Lo de la ONCE es brutal xDDDD

El percal del cartel del factory es paralelo a mi experiencia el otro día con el edificio de ISBAN. Me habían dicho: "cuando salgas del metro, mira hacia arriba y verás un edificio con un cartel enorme que pone VENECIA. ISBAN está detrás".

Efectivamente al salir del metro, después de mucho rebuscar, acabé encontrando un hueco entre dos edificios en el que se adivinaba una "N" a tomar pol culo (bien podía haber estado directamente en Venecia...

Menos mal que eran las 4 de la tarde y había luz, porque si llego a ir por primera vez a las 07 de la mañana ... estaba buscando el cartelito todavía !!



Y las chatis intermedias éstas no se percatarían de tu estancamiento en aquella página del libro porque seguramente no sabían muy bien cómo funcionaba ese aparatito que llevabas entre manos, que era como una Ragazza Pocket pero ¡aun más pequeñita! y además ni tenia pantalla, ni canciones de Alex Ubago dentro.

Ah! Y besu pa mi chica (de la recta!)


PD: As usual, you can swap "mi" and "de"

Anónimo dijo...

joder, la frase de tu padre es absolutamente genial. Sólo al nivel de "esta bien joder, pero sin arrancar los pelos", que tanto solía soltar mi vieja.